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Justificación de la necesidad

 

El Olivo es uno de los cultivos más representativos a nivel nacional, estando presente de forma significativa en más del 60% del territorio nacional:

Según datos publicados por el Ministerio de Agricultura, en 2015 en España había más de 2,5 Millones de Hectáreas destinadas al cultivo del Olivar, tanto el destinado a cultivo de aceitunas para almazara y para aceituna de mesa. Por Comunidades Autónomas, Andalucía concentra casi el 60% de cultivo de Olivar, seguida por Castilla la Mancha y Extremadura.

Más del 95% de la producción de aceituna está destinada a la producción de aceite de oliva, haciendo a España el principal exportador de aceite de oliva del mundo, con unas ventas exteriores que en agosto de 2015 alcanzaron los 195 Millones de Euros.

Teniendo en cuenta estos datos, se deduce la importancia del cultivo del olivar en la economía española y la necesidad de definir soluciones para el control de enfermedades que pueden afectar a la productiva de este sector.

A continuación, se indica el impacto que cada una de las enfermedades y plagas anteriormente indicadas presentan en el cultivo del olivar:

 

VERTICILOSIS
La verticilosis del olivo, causada por el hongo Verticillium dahliae, fue primeramente diagnosticada en España en 1979 en Córdoba y poco más tarde se informó acerca de su amplia distribución en las principales provincias olivareras de Andalucía.

Desde el inicio presentó elevada incidencia y severidad en los ataques, siendo actualmente una de las enfermedades que más preocupación está causando en los olivicultores españoles, especialmente en Andalucía, por el daño producido de sus ataques y su distribución y extensión en los últimos años (Rodríguez-Jurado et al. 1993; Blanco-López y Jiménez-Díaz, 1995).

Las pérdidas producidas por la verticilosis del olivo en las últimas décadas se han incrementado en las zonas en las que se han establecido nuevas plantaciones con sistemas de cultivo intensivo (regadío, fertirrigación, etc.), siendo las principales variedades cultivadas (Hojiblanca, Arbequina, Cornicabra y Picual) muy susceptibles.
Entre las características de la verticilosis del olivo que dificultan su control merecen destacarse: la prevalencia de una población de V. dahliae (denominada patotipo defoliante, D) patogénicamente diferenciada por la capacidad de causar la caída extensa de hojas verdes, asintomáticas, de algodón y olivo y eventualmente la muerte de la planta infectada (Jiménez-Díaz et al., 2007) y la versatilidad de medios mediante los cuales puede dispersarse el patógeno.

La infección se puede presentar de dos formas distintas: por muerte súbita de ramas o de todo el árbol, o de una forma menos aguda con la desecación de las flores y hojas, que suele ocurrir en primavera. Actualmente, sólo en la provincia de Córdoba, más del 20% del olivar está infectado por este hongo.

 

Xylella fastidiosa (XYLEFA)
En los países donde se encuentra X. fastidiosa, es conocido el daño directo severo que tiene lugar en cultivos importantes como la vid, cítricos o frutos de hueso.
También causa daños económicos indirectos en áreas de producción de plantones, debido a la posible prohibición de las exportaciones en áreas donde la enfermedad está presente.

Respecto a las consecuencias potenciales, el único informe cercano a evaluar el área de riesgo es la identificación de X. fastidiosa en un área de cultivo de vid en Kosovo, donde se reportaron un 30% de pérdidas, aunque resulta difícil establecer un rol claro de X. fastidiosa (Berisha et al., 1998).

Historicamente, en California, la enfermedad de Pierce causada por X. fastidiosa fue responsable del brote en la década de 1880 con la destrucción de más de 16000 ha de viñas (Goodwin and Purcell, 1997).

Otros brotes fueron reportados en los años 1930 y 1940. En 1999, resurgió la enfermedad debido a la introducción del vector H. vitripennis, y que afectó al 25% de viñas en Riverside County (Temecula Valley, California).

En Georgia, la enfermedad del falso melocotón es el mayor factor limitante en la producción de melocotón. Se conoce su presencia desde 1890, posiblemente introducida en el sur de Estados Unidos y posteriormente diseminada desde Georgia en 1928 hasta otros 10 estados en 1933 (Hutchins, 1933; Purcell, 2014).
Inicialmente, la clorosis variegada de los cítricos fue encontrada en varios naranjos en Brasil. Cinco años más tarde, más de 2 millones de árboles estaban afectados. Actualmente, la clorosis variegada de los cítricos es endémica en las regiones del estado de Sao Paulo, así como en otros estados brasileños donde el cultivo de naranja cubre grandes áreas.

De acuerdo con las recientes encuestas sobre la incidencia de la enfermedad, aproximadamente el 40% de 200 millones de naranjos en Sao Paulo muestran síntomas de clorosis variegada de los cítricos. (Almeida et al., 2014). Con los cultivos afectados, la incidencia de la enfermedad puede aumentar de un sólo árbol a más del 90% del cultivo infectado en 8 años (Gottwald et al., 1993).

Las plantas ornamentales también son afectadas. La adelfa se emplea en los laterales de las carreteras y en jardines privados: sólo las pérdidas de las autopistas californianas se han estimado en  125 millones de dólares (Henry et al., 1997).

En Nueva Jersey, la quemadura bacteriana de la hoja se estima que afecta un 35% de los arces, con las consecuencias estéticas y económicas que conllevan (Gould et al., 2004).
Estos ejemplos destacan el impacto de X. fastidiosa y las potenciales consecuencias económicas.